Durante estos dos días hemos estado
escuchando muchas cosas acerca del tema extradeportivo del Hércules,
primero con la reunión del alcalde con los exjugadores, después con
los directivos del club. De todas estas cosas, destacaba una que era
“sin Ortiz, los abonados llegarían a ser 15.000”, comentado por
un periodista durante una tertulia.No nos equivoquemos, sería
erróneo mezclar número de abonados con aprobación de la gestión
de una persona, porque eso supondría, por ejemplo, que todos los
abonados de la temporada 2010/11 aprobaban el modo de subir a 1ª.
No. Las cosas como son: 5000 abonados en 2ªB, 7000-8000 abonados en
2ª y 12.000-15.000 abonados en 1ª.Puede haber variaciones para bien
o para mal pero sería injusto atribuirlas a una gestión y sí a una
expectativa deportiva. Estamos, no lo olviden, en la ciudad del “No
me abono al Hércules hasta que esté en primera”; frase que ya
escuchaba allá por 1991, ocho años antes de llegar Enrique Ortiz,
por si alguno aún cree que el Hércules era el paraíso antes de
1999.
Si hay una diferencia con hace dos
décadas, esa es la televisión y, muy a última hora,las casas de
apuestas. Antes, sin el ocio del sillón-ball, era frecuente ver-eso
sí, con los resultados a favor, nunca en contra- ver buenas
presencias en el estadio Rico Pérez. Así, a bote pronto, aquella
racha de partidos sin perder en la temporada 1989/90 tuvo muy buenas
afluencias pero, luego, puertas abiertas el último día ante el
Alzira. Ciertamente, el sillón-ball, primero con aquel Pay per view
de mediados de los noventa, luego con las ofertas que se generaron a
partir de 2008. El resumen, pues de esa época es que el estadio se
ha llenado con los dos grandes(Real Madrid, FC Barcelona) y muy
buenas presencias durante la época de 1ª división o, en 2ª
división, con el objetivo directo de subir de categoría, dejando al
club sin apoyos cuando los resultados no eran buenos, incluso
recurriendo al sencillo “regalo al abonado con una o dos
invitaciones para sus amigos”. Eso ha sido así, antes de 1999 y
después de ese año que podríamos llamarlo Año 1 d.EO. No es
defenderlo, aunque algunos así lo crean, sencillamente dejar claro
que las inercias de espectadores al estadio ha dependido de
categorías y, sobre todo, de la gente que prefiere subirse al carro
antes que, como dicen algunos, “comprar el melón antes de
abrirlo”(abonados de julio-agosto), nunca de la gestión de una
persona. Sí, la campaña de abonados ha sido grotesca, ampliamente
mejorable, se han olvidado de la fidelidad(cosa que se puso por
primera vez en la temporada 2010/11 y ha estado hasta la temporada
anterior) pero una confección de la plantilla “muy dulce”(por
aquello de la guinda del pastel que muchos aficionados y periodistas
locales reclaman año tras año) habría alcanzado los 6.000
abonados. Para ello, basta recordar el poco aprecio de la afición a
los fichajes de la temporada 2003/04 y como cambia la cosa cuando
llegan los “nombres”(Pepín, Perona, Nano) de la mano de Subirats
y se alcanzan los 6.000 abonados.
Muchos estamos de acuerdo en que el
período de Enrique Ortiz en el club está en un tris de acabar, que
es conveniente otros aires pero, tras el paso de Bahía(1996-1999) y
Ortiz(1999-2015), creo que es bueno ver la “dentadura” al nuevo
caballo, para ver si será bueno o no. El problema es que esa
opinión, para determinadas personas, significa ser “palmero” de
la actual gestión y eso es lo que me echa atrás. Tanto en Facebook
como en twitter, las recriminaciones sin más argumentación que
“estás conmigo o contra mí” hacen que no mire con mucho aprecio
este movimiento. Si a eso se le une, alguna crítica sobre el tema
económico, el término de “palmero” queda corto. Veremos cómo
va evolucionando este tema que, dicen, va para largo.Queda la duda de
ver la decisión de la persona que, indirectamente, lleva el tema
pero que, en el último año se ha visto clara: se desentendió
económicamente, ha estado para lo más urgente(por ejemplo, los
120.000 euros del préstamo de abril y mayo) pero nada más.
Apunte. Aunque se ha privado de un Real
Madrid-Oporto en la fase de liguilla de la Champions, la ubicación
del conjunto merengue en el segundo grupo va a crear, posiblemente,
un grupo de la muerte. Imaginen, un Chelsea-Real
Madrid-Roma-Wolfsburgo.