El mundo del fútbol, y del deporte en
general, tiene lo que implica la presencia del ser humano: el acierto
y el desacierto, el control de la situación pero, también, la
improvisación que, a veces, supera la mejor planificación.Esa
semana de entrenamientos, que,encumbran los medios locales de
comunicación, pero que se tuerce al cuarto de hora con un pase del
defensa que el portero no logra despejar. En su grado extremo, la
planificación y la improvisación o intuición van ligadas con el
momento supremo del penalty, sea en el partido, sea en la tanda. Sin
duda, recomendable es el vídeo que emitió, en su día, el Informe
Robinson sobre el penalty y el equilibrio de Nash.En él, podemos ver
todo lo estudiado sobre la estrategia de los jugadores cuando están
viendo el balón en el punto situado a once metros de la portería,
donde otro jugador, el portero, debe saber precisar la dirección de
lanzamiento. Pero, también, como otros lanzadores y
guardametas(especialmente, ellos), prefieren apartarse de toda la
información estadística y prefieren dejarlo a todo su intuición, a
sus sensaciones. Lo mínimo, a lo sumo, pero poco más. Ellos saben
que, cuando llega un momento determinado, sigue siendo un instante en
que el entorno hace lo suyo, en el hecho de un lucha en el que es
importante la concentración. Hay una ocasión en la que esta
historia entre la información estadística y la intuición se
mezclan peligrosamente: penalty lanzado y obligado a repetirse. En
ese segundo en el que el jugador debe decidir si cambia de tiro...y
el guardameta pensar si el lanzador repetirá el penalty de antes o
diferente.
Otro momento memorable sobre los
aciertos y desaciertos en el fútbol es la preparación del balón
parado(o no, ojo). Limitando todo al resultado, se puede dar el caso
de un perfecto estudio de las jugadas a balón parado pero con escaso
acierto y viceversa. Hay entrenadores que dejan eso del saque de
esquina o los tiros indirectos a un mero centro a la olla esperando
que su delantero centro o su central remate el esférico y, a veces,
lo logran. Hubo una época, hace unos cuatro-cinco años, que las
faltas laterales eran difíciles de defender, donde el lanzador
sacaba en dirección a la portería con la segura sensación que
alguien, en el centro del área, peinaría el esférico y marcaría
gol. Hay otros que preparan las jugadas de forma continuada, (por
ejemplo, el Atlético de Madrid) donde se acierta con la jugada.
Puedes preparar la estrategia defensiva pero la confianza de los
centrales atléticos Miranda y Godín ya tiene medio gol “ganado”.
El año pasado vimos un auténtico ejemplo con el descenso del
Hércules a 2ªB. Muy contados fueron los goles marcados gracias al
balón parado(descontado, obviamente, la falta directa porque no
implica preparación estratégica y sí un punto de acierto) y, sin
embargo, es abundante el recuerdo de los goles encajados con meros
movimientos de arrastre que hacían que los rivales sólo tuvieran
que fusilar a Falcón o Aulestia. Despistes que se pagaron caros. En
este punto, llama la atención sobre la crítica que se hace al que
recibe el gol y la poca valoración sobre el que marca.Un ejemplosería el 0-1 que le marca el Atlético de Madrid al Real Madrid, en
el partido de esta temporada, en el que el acierto en el balón
parado es mayor que el fallo del guardameta y, en todo caso, alguna
crítica de marcaje pero que obvia el acertado movimiento del rival.
Ya en global, sí hay algo digno de
lamentar es el poco aplauso que se recibe cuando se hace una gesta
ante un grande. Tiene que ser muy evidente porque lo habitual es leer
crónicas en las que se insista más en el fallo del “grande” que
acierto por parte del pequeño. Como herculanos lo sabemos cuando se
habló más del desacierto del F.C. Barcelona más que en la táctica
planteada por el entrenador herculano en aquella gesta del 0-2 de
hace cuatro años. Poco importa que haya sido una victoria
merecedora, clara(hasta en el 4-0 del A.D. Alcorcón al Real Madrid
se incidió en el mal juego merengue) que los medios de comunicación
van a seguir creyendo que los grandes nunca pueden fallar y, si
alguien osa demostrarlo, sólo verá mucho desacierto rival y escaso
acierto suyo.
Apunte Volviendo
al inicio del artículo, he recordado esa amarga tanda ante el C.D.
Eldense. Un ejemplo de lo poco que sirve, a veces, "tanto" dato, fue el
hecho de la pugna de Miñano y Martins por tirar el primer penalty.
Curiosamente, los dos fallaron y fue decisivo eso para la eliminación del Hércules en la Copa del Rey. Eso rivaliza con
un texto que leí sobre un técnico que les dijo a sus jugadores que eligieran
ellos el orden y, desde ese momento, la dirección del tiro y que no
la cambiaran en ningún momento. No quería ningún atisbo de duda,
porque esa es, sin duda, la enemiga del lanzador.