Los cuatros goles en el Nuevo Arcángel han provocado el regreso de
fantasmas que parecía que habían desaparecido tras el espectacular gol
de Sissoko que todos deseaban-más que creían- que hubiera sido el del
punto de inflexión. No fue así. La derrota es dolorosa, sobre todo,por
la mala impresión que dio el once blanquiazul sobre el mojado césped del
feudo cordobesista. Resulta irónico que el mejor jugador de la zaga
fuese el que no es defensa: Escassi. Peña, Juama Ortiz y Pamarot se vieron superados una y otra vez ante
un equipo con moral alta y confianza. Uli Dávila tuvo su día- eso
también habría que tenerse en cuenta- pero es que sus compañeros
pudieron haber logrado un resultado más escandaloso. Tan sobrados iban
que Fran Cruz marcó el gol en propia puerta. Cierto que el Hércules tuvo
el 3-3 en un par de lances desaprovechados por Quique De Lucas (que ha perdido ya
ese “toque” de sus primeros partidos) y Sugi, el japonés que ha dejado
bien claro que Quique Hernández ya no confía en Héctor Font. De Javi
Hervás, tras sus desacertadas palabras de la semana pasada, poco que
decir.Ya se pueden imaginar qué circunstancias se deberán dar para que
el técnico de Anna los ponga sobre el terreno de juego en próximos
partidos pero ayer, con los dos en el banquillo, escogió a un tercero
que nadie esperaba que saliera a jugar. Recaída en el crédito del
entrenador, que estará en el banquillo ante el Centre d’Esports Sabadell
porque el cerebro de los dueños y presidente del club está pendiente de
la Junta General de Accionistas del próximo miércoles.
Pero más grave es la recaída en el ánimo de la afición, creándose una
pequeña división entre los que siguen teniendo fe en el técnico contra
otros que ya se están pidiendo la cabeza. La evolución del partido nos
dirá qué pasará en las gradas. El fantasma de 1997 está ahí. Esa grada
gritando el fin de la etapa de Quique Hernández en aquella tarde de
sábado y victoria en
el marcador. El 4-0 del descanso ante el Lleida cambió a un 4-3 en la
segunda parte y los gritos arreciaban. Una semana después, era cesado
tras perder 2-0 en “O Couto”. La permanencia del año pasado le permitió
un crédito que la planificación deportiva ha terminado de resquebrajar y
eso se percibe en los resultados.
Personalmente, no sabría dar mi opinión sobre el entrenador. Una
parte de mí quisiera creer en Quique Hernández, otra ya ha renunciado
por la gestión que está realizando de la situación deportiva. Igual pasa
con la imagen institucional: algún sueño con la solución del problema
económico y societario actual del club, pero la realidad es cruel y el
tic-tac del cronómetro de cuenta atrás ya está instalado en Foguerer
Romeu Zarandieta. La única duda es ver cuánto tiempo nos permitirá ver
este juguete roto por quien no ha querido, en absoluto, mimarlo e
intentar ponerse a la altura, por ejemplo, de Fernando Roig. La afición
está deseando un milagro pero está desilusionada, devastada. No está
narcotizada, sencillamente ya no cree en milagros ni en nada, sólo el
deseo de ver ganar a los once de blanquiazul y volver a casa.
Apunte. Mala imagen que se dio ayer en el encuentro de España en Sudáfrica ante la selección anfitriona. Con los seis cambios hechos, la selección española forzó una séptima sustitución tras la lesión de Valdés y la entrada de Reina en el terreno de juego. Ser campeón del mundo y de Europa tiene obligaciones y una de ellas es ser un modelo de actuación sobre el terreno de juego y fuera de él.