domingo, febrero 18, 2007

Un cuarto de hora

Quince minutos fueron suficientes para doblegar a un Tenerife que decidió echar por la borda la ventaja inicial. Sin duda, un resultado justo pero, a la vez, sorprendente por la increíble capacidad insular de no querer ir a por el partido cuando el rival estaba casi en la lona después del cuarto de hora inicial. Lo sencillo hubiera sido insistir aprovechando el silencio y, posteriormente, los silbidos pero, afortunadamente, quisieron especular con el resultado y cuando quisieron darse cuenta del error ya era demasiado tarde. El equipo herculano fue todo corazón y fuerza pero, en algunos momentos el encuentro, sin mucha idea de cómo entrar hasta las inmediaciones del arquero Bernardo. El Tenerife decidió sestear a los veinte minutos tras otra jugada similar a la del 0-1 en la que el interior diestro canario superaba a Graff con una facilidad pasmosa. El primer disparo serio y con intención llegó a la media hora, fue desde la frontal del área. El penalty a favor, pocos minutos después, parecía una ocasión idónea para llegar al empate antes del descanso. El balón fue al poste. Los nervios atenazaron al equipo ya que veía que las imprecisiones aumentaban con el paso del tiempo. El pitido final del colegiado dio inicio a los silbidos de la afición, molesta porque el juego no inspiraba, los pases se perdían, la gente se desesperaba con De los Santos y Redondo mientras veía que la banda izquierda estaba perdida.

La segunda parte seguía la misma tónica que la anterior. Mucho corazón y poco acierto. Sin embargo, había un hecho diferencial: los rechaces llegaban a las botas herculanas cuando en la primera parte no se tenía esa suerte. El equipo empieza a coger algo de lógica y ritmo cuando Uribe decide devolver la configuración lógica que el propio juego le "telegrafiaba": cambió a Graff por Sendoa, devolviendo a Albácar a su posición natural de lateral izquierdo. Las jugadas de ataque llegan con algo más de cordura. Moisés desaprovechaba sus ocasiones en una tarde para olvidar pero se vislumbraba cada vez más que el empate debía de llegar. A falta de doce minutos, una jugada a balón parado, un balón que rechaza Bernardo vuelve a ser disparado por Líder, el portero está vez no consigue pararlo, el balón coge efecto, llega al larguero y entra dentro para salirse fuera. El juez de línea da el gol mientras que los tinerfeños asumen el gol pues apenas protestan el tanto. Es en ese momento cuando el equipo insular se da cuenta de que ha perdido la ventaja e intenta recuperarla. Fue un espejismo. A falta de tres minutos, el éxtasis: balón que recoge Piti, se dirige al área, dribla al defensa y al portero para, después, cruzar el balón. Parecía que era el mejor modo de acabar un encuentro tenso y que se iba a ganar. Breves instantes después otro balón recuperado por Piti era centrado a Moisés que no logra rematar pues es trabado: el colegiado vuelve a pitar el segundo penalty de la tarde. El delantero quiso congraciarse consigo mismo y cogió el balón, disparó y materializó el 3-1 que, por méritos de uno y otro, no se puede considerar ni injusto(el Hércules mereció ganar como el Tenerife hizo lo necesario para perder) ni excesivo( la eficacia perdida durante 75 minutos se recuperó en un cuarto de hora). En definitiva, una victoria fundamental para encarar tranquilamente esos "Alpes", como decía Irureta en sus ruedas de prensa: Real Murcia, Almería y Cádiz.

Apunte A veces, la reacción de los técnicos es reveladora-. Tras marcar el empate, observé como Casuco, desesperado por tirar por la borda una ventaja, lanzaba una patada al aire, enfadado por su falta de valentía y, posiblemente, consciente de las críticas que le iban a caer por facilitar el trabajo a Uribe.