Ha surgido una polémica por unas
palabras del entrenador en la rueda de prensa que han soliviantado a
parte de la afición pero que, sinceramente, me hacen pensar que nos
olvidamos de un tema fundamental: la “guerra” con Javier Portillo
es de los aficionados, malo sería que llegara al banquillo. Por una
vez, estoy de acuerdo con sus palabras: “me baso solo en lo
futbolístico. Yo lo siento mucho pero no puedo estar pendiente de lo
que dice la afición”. La decisión sería dantesca si el
entrenador decidiera según la grada. Una situación peliaguda
porque, si hace caso a la grada, es que su duración en los
banquillos será escasa y busca contentarla para que no bajen el
pulgar. Mientras que ocurre y no ocurre, el entrenador ya decidirá.
Supongo que también es consciente de lo que sucede en el estadio
Rico Pérez cuando juega Portillo pero eso ya es decisión suya.
No nos olvidemos: los que están abajo,
en el césped, sólo tienen una manera de actuar: evitar que las
decisiones sean tomadas por las gradas porque, para ellos(árbitros y
entrenadores) sería símbolo de debilidad. Por ello, a veces, tienen
arranques de cabezonería pero que, a la larga, hay que entenderlos.
Para bien o para mal. Lo de Herrero no haciendo caso de la grada es
similar a lo que, por ejemplo, ocurrió con Andoni Goikoetxea y los
gritos del público para poner a Álvaro Cámar en la temporada
2007/08. Llega un momento en que se volvería loco como aquel
técnico de un equipo de regional que tenía que aguantar que su
grada estuviera cantando “Pon a Pioto” desde el minuto 5 para,
tras hacer la sustitución, escuchar “Quita a Pioto”,que nos
descubrió Michael Robinson en su programa dedicado al fútbol en
España.Un cachondeo que además se percibía en el terreno de juego.
Por una vez, hace bien en olvidarse de guerras de la grada con un
futbolista. Eso sí, el día que no convoque al jugador de Aranjuez
significará que estará a un paso de la destitución.
Apunte. Colgó las botas Raúl
González Blanco con mucho aplauso de la gente por su trayectoria.
Decepciona que el seleccionador Vicente del Bosque no hubiera
decidido convocarlo en un amistoso. Serviría para despedirse Raúl
de la selección y dejar injustamente marcado por la derrota de la
selección contra Irlanda del Norte en 2006.