martes, agosto 12, 2014

Matando el espectáculo.

Os contaré unos pequeños recuerdos de hace años, cerca de dos décadas. Una de las cosas que más me llamaba la atención cuando acudía al estadio José Rico Pérez era la parafernalia que se llevaba a cabo: el equipo rival saltaba con ciertos abucheos que, en caso de rivalidad, crecían; luego, era el equipo blanquiazul el que saltaba al terreno de juego entre aplausos mientras dos tracas remataban el ambiente festivo. Es un recuerdo imborrable que, el paso del tiempo ha ido minando. Lo de las tracas fue una de las “víctimas colaterales” del trágico suceso del estadio de Sarrià en 1992, cuando un joven moría tras la explosión de una bengala marina en su pecho. Desde entonces, no se permitió las bengalas en los estadios españoles, a pesar de que esa asesina no tenía nada que ver con las bengalas que se ven, de vez en cuando, en los estadios. Otro recuerdo agradable era el hecho de disfrutar las múltiples ocasiones en las que Eduardo Rodríguez-y en alguna ocasión, Paco Luna- subía la valla cuando marcaba un gol. Dos hechos que se han convertido en bellas estampas que no volverán a verse.

Cuando el Hércules vuelva a saltar a un terreno de juego, de forma oficial en Elda, lo seguirá haciendo como en los últimos años. Los dos equipos, junto al colegiado, y el apretón de manos del jugador visitante hacia el local. Un paripé que rompe la magia de aquellos años y que nada sirve, como vimos en el incidente entre Keita y Pepe en el pasado Real Madrid-A.S. Roma durante esta pretemporada: uno no da la mano, otro le escupe.Sólo en pocos casos se ve “sentimiento” en ese abrazo y siempre bajo el hecho de ser un ex-jugador de un equipo y que vuelve a encontrarse con sus ex-compañeros. Mucho precio pagado por el aficionado para tan poco rédito.

Todo viene a cuento de las nuevas modificaciones reglamentarias y directrices arbitrales. Algunas son irrelevantes para el aficionado(por ejemplo, el tema del equipamiento protector o lo del entrenador en la área técnica) pero otras son importantes. Por ejemplo, el absurdo del spray, cuando la principal queja del aficionado es la duda sobre si se ha medido bien la barrera(¡¡cuántas veces se ha dicho en la grada que los jugadores no están a la distancia correcta!!). Otra polémica se refiere tanto a la involuntariedad de los rebotes como de la sancionabilidad de los codazos.En ese sentido, recurro al aleteo, es decir: si el jugador tiene el brazo parado, involuntario; si lo mueve, voluntario, incluso en el gesto de llevar el brazo al cuerpo.Sobre el codazo, veo bien la sanción pero me temo que los árbitros van a seguir dos modos de arbitrar según el equipo del agresor.

Me dejo para el final del artículo dos apartados grotescos: uno, el del racismo; el otro, de la sanción económica por alzar la camiseta y mostrar una imagen, publicidad, etc. El del racismo y la posibilidad de suspender el partido, incluso, me parece peliagudo. Me parece grave el asunto del racismo-aunque sigo creyendo que, salvo unos pocos casos, es más mala intención de alterar a los jugadores que verdadero racismo- pero que puede dar casos de pillería. Por ejemplo, ¿cómo resolvería el árbitro una situación en la que la afición visitante, con resultado favorable, fuera a degüello contra un jugador de color del equipo local?. En el Ciudad de Valencia se dio un caso en un Levante U.D.-Atlético de Madrid con Diop como protagonista, si bien el resultado era contrario al equipo del aficionado que abucheaba. Por último, la sanción al jugador que levanta la camiseta, rompiendo cierto encanto para la celebración del gol y que ya en su día comentamos con la doctrina CR7.

Apunte Es curioso el peculiar juego de la pretemporada. Los directivos quieren ganar los partidos y trofeos posibles para lograr captar más abonados mientras los entrenadores desean, si no la derrota, partidos que le permitan ver los mayores defectos posibles para ser mejorados antes de que cuesten puntos o eliminación.