Uno de los escasos aciertos recientes del fútbol ha sido el
control financiero establecido. Primero fue la UEFA y luego fue la propia LFP.
Desde entonces, el fútbol se ha movido en una terminología que, en cierto
sentido, la necesitaba con todos los números que salían a la luz pública y que
escandalizaban a personas tan alejadas del fútbol que reforzaban estereotipos
exagerados. Sin embargo, la contraprestación es la reedición de esos dramas del
pasado, como aquel descenso de 1995 de Sevilla C.F. y Celta de Vigo que, aunque
no se llevó a cabo, sí fue un shock. En suma, algo positivo como controlar las
cuentas versus descensos deportivos de categoría por sanciones administrativas y
que sólo damnificaban al aficionado a esos clubes, a veces, consentidor de
malas gestiones, a veces, en contra de ésta pero con el mismo resultado: para
abajo. Ese es el tema que la LFP deberá resolver en un futuro muy cercano.
Todo viene a cuento de los recientes casos de Real Murcia y
Racing de Santander en especial y de otros clubes que, a última hora, han
resuelto el problema con Hacienda, con la espada de Damocles encima de la
cabeza de sus aficionados. Un problema que, en su día, ya ocurrió con los
clubes morosos de futbolistas(el célebre “31 de julio”), al que se unió la
conversión en S.A.D.(Real Murcia en 1992 y Burgos C.F. en 2002 descendieron por
ese motivo) que, en caso de no llevarse a cabo, supondría el descenso a 2ªB
desde una de las dos categorías profesionales y, por último, este control
financiero con sus ratios y las decisiones de cuánto puede cifrarse el
presupuesto. Lo comentó Javier Tebas hace cerca de cinco meses en Alicante, en
la Sede Universitaria(antigua Escuela de Comercio) cuando puso el ejemplo del
chico gordito, fondón y al que se había decidido “poner a dieta” porque se le
había descontrolado.
Ahora el fútbol ha cogido el nivel de cuidado que se le
exige. Esa era la solución que, en 1990, se tuvo que haber tomado en vez del
erróneo camino de las sociedades anónimas deportivas. A eso se unido una
Agencia Tributaria más rígida en la negociación de los aplazamientos, en los
procedimientos concursales. Todo sea por reducir también la cantidad adeudada
de los clubes con Hacienda, aunque el fútbol aporta a las arcas públicas más de
lo debido por toda la actividad social que
genera de forma accesoria.
Como decíamos, lo único que queda por mejorar es la solución
por el tema del descenso administrativo, una condena muy dura a los aficionados
por la mala actuación de los dirigentes de esos clubes y que, irónicamente, sólo
les lleva a los aficionados a tener el ineficaz derecho al pataleo.
Apunte. Aunque la afición murcianista tiene todo mi respeto en este drama, ello no me hace
olvidar que subieron de categoría por el descenso administrativo, sin explicar
aún, del Deportivo Guadalajara. Ellos mismos están sufriendo lo que padecieron
los aficionados alcarreños.