No voy a negar que siento cierta envidia sana por lo que está acontenciendo en Elche desde ayer por la noche. La clasificación de los franjiverdes para la final por el ascenso a Primera División, y que se disputará entre el miércoles y el sábado, les coloca en el último escalón antes de dar el salto a la élite. Quién logre ascender, romperá un largo período de sequía sin ver a los grandes(35 años en el caso granadino, 22 en el caso ilicitano), sufriendo sinsabores en otras categorías del inframundo futbolístico que, en el caso nazarí, les comentaré de lograr su ascenso.
Esa envidia también tiene cierto fundamento por ese paso del tiempo que nos hace recordar que hoy, hace justo un año, estábamos celebrando el ascenso ante el Rayo Vallecano. Sí, se ascendió en Irún una semana después pero no se puede negar que el ambiente que se percibía a la salida del estadio era de "tenerlo hecho", aunque se sabía que, a domicilio, se había fallado en varias ocasiones y que ese "2" en el casillero de victorias fuera de Alicante parecía una maldición. Había entre los aficionados herculanos la convicción de que habría un ascenso en tierras vascas, más bien debido a la euforia y a la indudable confianza en que los jugadores, repletos de moral, darían buena cuenta de un equipo que estaba más que condenado al descenso a 2ªB. Nadie quería decirlo abiertamente, pero la sonrisa de los aficionados aquel 13 de junio de 2.010 era de alegría y de confianza por el ascenso.
Ya saben que Portillo en los primeros minutos de la segunda parte igualó el gol "psicológico" de Coke antes del descanso. Se buscó el segundo gol con poco acierto mientras llegaban buenas noticias desde el estadio "El Helmántico", donde Salamanca se colocaba por delante ante un Real Betis Balompié excesivamente confiado. El tiempo pasaba y, a la desesperada, salía del terreno de juego Farinós y entraba Delibasic. Con tres delanteros, las ocasiones siguen apareciendo y desaprovechando hasta que, como saben, llegó ese centro de Juanra por la derecha en el 87', Delibasic que prolonga de cabeza el esférico desde el punto de penalty al área pequeña donde un Portillo, desatado en ese mes de junio, pone el pie para marcar el 2-1. El final del encuentro supuso que el Hércules tenía más de medio cuerpo en primera mientras los aficionados saltaban al terreno de juego, exultantes.
Ahora, con el archisabido descenso, nos toca la fase mal del ciclo que, esperemos, no sea tan larga como en anteriores travesías y que no sea como lo que han sufrido estos dos conjuntos que están a punto de tocar el cielo.