viernes, diciembre 19, 2014

Reapariciones y dulces


En esta semana hemos tenido una serie de opiniones y noticias acerca del Hércules C.F. que llaman la atención. Todo comenzó el lunes pasado con una comida en el Restaurante El Sorell, donde la plantilla, cuerpo técnico, directiva se reunieron para celebrar las fiestas navideñas. Ahí apareció Enrique Ortiz, quien fue, en su día, máximo accionista del conjunto blanquiazul y ahora en segunda línea de “protagonismo”, tras dejar su espacio a Juan Carlos Ramírez, Carlos Parodi y Valentín Botella como “cabezas visibles” del proyecto. No es la primera vez que eso sucede, eso de quedar en un aparte desde que decidió dejar la presidencia en 2004. Fue un breve lapso de tiempo entre José Enrique Carratalá y Valentín Botella. Desde entonces ha alternado presencias y ausencias en el palco del estadio, uno de los puntos donde se puede precisar su decisión de estar en segunda o primera línea. Otro tema ya será de puertas hacia dentro.Hay cosas en las que se puede percibir su presencia y, en otras, donde parece estar más distanciado. Así, se ve que el fútbol-base sigue en la misma línea de siempre, a pesar de ser una opción que, a corto y medio plazo debe ser el perfil a seguir para la entidad herculana; por el contrario, las cifras económicas reflejan un cierto sentido común que antes carecía. Ahí habrá que mencionar como factores meritorios las exigencias que llegan por el procedimiento concursal y el control económico a priori establecido por la LFP(incluso en 2ªB hay que cumplir los ratios para no llevarnos disgustos si alguna vez regresamos al “fútbol profesional”). Ya en febrero de este año decía Enrique Ortiz que, gracias a Javier Tebas y la LFP ve “la luz gracias a la LFP”. En parte, la tristeza vendría por el hecho de que, siendo un empresario de cierto éxito en esta ciudad, haya tardado cerca de doce años en entender que los gastos tienen que ir en consonancia de los ingresos...y eso que, en sus primeros pasos en 1999, había diagnosticado el problema del Hércules: contratos largos y caros para la calidad de los jugadores, con la consiguiente hipoteca para el proyecto deportivo.

Pero claro, ahora viene el “dulce”...y es que volvemos a escuchar de algunos periodistas el célebre “hay que poner el dulce al pastel” con un par de fichajes para lograr el ascenso a segunda. Volvemos a leer lo que se decía en su día para fichar jugadores y agravar las cuentas. Porque seamos realistas, la gestión en el club no ha sido buena, pero la actitud de medios y aficionados no ha ayudado tampoco. Fichajes costosos para que la gente vea que haya “proyecto ganador”-las veces que se ha visto a la afición poco receptiva si los nombres no “suenan”- a pesar que el número de abonados no lo permitía. Presupuestos de cerca de 10-12 millones de euros cuando los ingresos no llegaban ni a seis. Ya en primera división eso se multiplicó con creces. Lo curioso es que algunos de esos periodistas preferían, en tertulias radiofónicas, jugadores de cierto renombre a pesar de no jugar en detrimentro de otros, quizás, más válidos pero sin nombres, a pesar de saber que son escasos los jugadores que han aportado en un mercado de invierno. Por una vez parece que el sentido en la planificación deportiva-salvo algún fallo en los fichajes- no tiene intención de escuchar los cantos de sirena y que elegirá si surge la ocasión y las cuentas lo permitan.

Es cierto que el club tiene unas urgencias a corto plazo pero también debe seguir unos pasos a medio plazo que “numanticen” al Hércules C.F., cumpliendo unos parámetros. Los atajos en lo deportivo y en lo económico ya se acabaron y, con un estilo definido, debe dar resultados tarde o temprano.

Apunte Un ex herculano como Toño ha sido sancionado por su entrenador Paco Jémez por un acto de indisciplina que le hará perder quince días de sueldo y empleo. Aún se recuerda con desagrado su actitud en el partido amistoso ante el Elche en la pretemporada del año pasado. Es curioso que él y Manolo Martínez- atacar dialécticamente a Tote en 2008- lograran perder parte del cariño con gestos absurdos e innecesarios.