A pesar de ocupar el primer puesto en la clasificación de Segunda
División B, no podemos olvidar que el año 2014 no ha sido bueno para el
herculanismo. El descenso acontecido a finales de mayo (ni siquiera la
opción de luchar hasta el final) no puede permitir un balance positivo
de un año que nos dejó en la categoría de bronce tras dos meses para
olvidar, entre marzo y mayo. Una inexplicable racha de once partidos sin
ganar, la falta de decisión a la hora de prescindir de Quique
Hernández, cesado cuando apenas quedaban cinco partidos para terminar la
competición liguera, lastraron al conjunto blanquiazul a las miserias
de la Segunda División B.
Y eso que la afición herculana se imaginaba otra cosa cuando Ferreiro
marcaba el 1-0 al Mirandés a comienzos de enero. Sí, el equipo ocupaba
el 14º puesto pero, tras tres victorias consecutivas, el sexto puesto
estaba a dos puntos. Sin embargo, las lesiones de Héctor Yuste y Pamarot
marcaron el devenir de la temporada. Cuando el equipo iba cayendo al
pozo, dos victorias salvaron al entrenador (el 0-1 en Mallorca y el 1-0 a
la Ponferradina). Tras la victoria ante el Deportivo Alavés en el que
fue, irónicamente, el partido más fácil de la temporada, el inicio del
desastre: cuatro empates no dieron la señal de alarma
correspondiente-incluso en Ipurúa-, después llegaron seis derrotas
consecutivas (en algunos casos viendo como era remontada la ventaja
inicial herculana) y culminando con un empate vestido de desastre: el
1-1 ante el CD Lugo obtenido por un penalti inocente de Javi Hervás.
Irónicamente, el descenso se concreta mientras se vencía 0-1 en Miranda
de Ebro, una semana antes de terminar la temporada.
Eso sí, una de las pocas cosas positivas de esa época fue dar
respuesta a la afición desolada: en una escasa semana desde el final de
temporada ya estaban contratados el
director deportivo, el entrenador y, pocos días después, dos jugadores
fichados durante las Hogueras (Fernando Rodríguez y Adrià Granell). A
pesar de todo, no se sentía la “ilusión” de hacía tres años. Además,
para el aficionado abonado al Hércules se “abría” (dentro del sarcasmo)
la novedad del cierre de gradas, lo que supuso para muchos un doloroso
peregrinaje que no ayudaba mucho al ambiente. Con todo, en lo deportivo,
parecía apuntar a cosas buenas, a pesar del culebrón “Eldin”, que se
resolvió de la única manera posible: con la marcha del jugador por deseo
propio.
Y eso que la temporada empezó mal: derrota en Elda, empate
desafortunado con el Huracán y eliminación absurda en el Rico Pérez ante
los eldenses. Pero la fortuna comenzó a aliarse con los blanquiazules
en “La Murta” setabense y ante el filial ilicitano. Poco a poco fue
hacia arriba hasta auparse a un ficticio liderato, usurpado
clasificatoriamente cuando el Badalona pudo jugar el partido que tenía
aplazado ante el Villarreal B. Pasó el equipo por un pequeño bache
mientras la enfermería se llenaba(un punto de nueve entre finales de
octubre y comienzos de noviembre). La reacción fue positiva hasta
abarcar el primer puesto hace dos semanas y no soltarlo. Con todo, aún
queda un trecho muy igualado hasta mayo y partidos a cara de perro.
En lo institucional, la sorpresa llegó con la irrupción de Juan
Carlos Ramírez, con pasado franjiverde, dentro del club. En lo
económico, una ampliación que se realizó a mitad y, sobre todo, el palo
recibido con el tema del patrocinio turístico de la Generalitat
Valenciana y que hace daño en lo referente a tesorería.
El balance numérico ha sido el siguiente:
PJ: 42 (Liga-23 de 2ª, 18 de 2ªB, 1 de Copa del Rey)
G: 14 (cinco en 2ª, nueve en 2ªB)
E: 13 (seis en 2ª, seis en 2ªB,uno en Copa del Rey)
P: 15 (doce en 2ª, tres en 2ªB).
GF: 44 (veintiuno en ambas categorías, dos en Copa del Rey)
GC: 46 (treinta y cuatro en 2ª, diez en 2ªB y dos en la Copa del Rey).
Puntos: 54 (veintiuno en 2ª, treinta y tres en 2ªB)