La verdad, es que han pasado tantas cosas en estos meses, y todas no precisamente buenas, que me resulta hasta obsceno hablar de fútbol, cuando el que más, o el que menos, ha perdido a alguien, o su forma de sustento, en esta pandemia, que está arrasando el mundo, tal y como lo conocíamos. Pero, supongo, que está en nuestra naturaleza, seguir mirando hacia adelante, y pensar en cosas más banales, como el fútbol, aunque sólo sea en un intento, de intentar recuperar, con más o menos ganas, nuestra rutina, aunque no sea tampoco en las condiciones que la veníamos disfrutando.
En
el caso del Hércules, el culebrón Carmelo del Pozo ha tocado a su fin, y tras
tiras y aflojas, parece ser que ya tenemos Director Deportivo, mucho antes, en
ese universo anómalo llamado Hércules, que tengamos Presidente. Sirva como
anécdota, que cuando supuestamente lo fue García Pitarch, en el mismo BORME
apareció en el mismo día su nombramiento, y su cese como tal, así que
realmente, lo tener o no Presidente, es
irrelevante, cuando las decisiones las van a seguir tomando los mismos, como
bien se dio muestra de ella la temporada pasada, y que casi nos lleva al
desastre.
No
sé si es que ya estoy muy quemada, o que como el diablo sabe más por viejo que
por diablo, directamente no me fío de lo que pueda pasar, si a la pelotita, que
es muy caprichosa, le da por no entrar en la portería correcta, pero no
comparto esa euforia que se ha desatado en redes sociales, con el advenimiento
de Carmelo. No es por él. Me da igual que sea él, o el mejor director deportivo
del mundo mundial, simplemente es que, a estas alturas de la vida, no creo en
Caballeros de Blanca Armadura, que vengan a sacarnos de este lodazal de 2b, y
no digamos ya con el nuevo modelo de competición, y eso sólo hablando del
terreno deportivo, porque en el institucional, ya esa idea la he abandonado por
completo, desde hace tiempo.
Pero
hete aquí, que el herculano, está genéticamente programado para que querer a su
equipo (no confundamos equipo, con directiva), y estoy deseando que se inicie
la competición, para disfrutar y sufrir, por partes iguales y, sobre todo, renovar nuestro abono, con la esperanza de
que “este año será el nuestro”, y que “otro Hércules es posible”. Siempre
queremos creer, que cada año será diferente, y que la Diosa Fortuna, nos debe
el sinsabor del año anterior, y este año lo compensará con creces, y es por eso, que si la pandemia
lo permite, un año más mi garganta se unirá a la de los otros creyentes, que
juntos proclamarán al viento aquello de..¡Macho Hércules!