viernes, noviembre 15, 2013

Palabras desacertadas

Ayer lo soltó sin más, a la pregunta de un periodista, en la rueda de prensa: “Si todo continúa así, yo lo que quiero es jugar y tener minutos, si veo que esto no cambia, ya se plantearía algo”. Con esa frase, Javi Hervás quería abrir la puerta del club en el mercado de invierno, deseando esa llamada del Rayo Vallecano, el destino que él deseaba desde un principio para reencontrarse con su “padre deportivo”, Paco Jémez. Tras un año en blanco en el Sevilla y camino de una pretemporada en la misma línea, el jugador vio que la opción del conjunto rayista era plausible mas, al final, el destino giró en dirección a Alicante.
 
No voy a negar que ilusionaba su llegada a Alicante. Junto a Font, serían los cerebros del equipo mientras Sissoko y Yuste serían los pulmones en el centro del campo. Para acentuar esa sensación, en su primer partido con el Hércules dio la asistencia del gol de Noe Pamarot. Sin embargo, no ha conseguido afirmar esa imagen en los siguientes encuentros. Tras el partido en Las Palmas de Gran Canaria, en el partido de Copa del Rey, dejó de jugar y no contó más  con minutos. Quizás, el hecho de no realizar pretemporada podía ser un factor que explique su trayectoria en el que, además, no contó con suerte(por ejemplo, en Ponferrada pudo salir de titular ante la ausencia de Font, sancionado, pero tuvo problemas gástricos que impidieron su presencia en El Toralín). El paso del tiempo ha hecho que el jugador haya perdido el ritmo de competición que pretendía ganar con la pretemporada express que estaba haciendo en Alicante.
 
Mirando por hemerotecas observo un patrón en Hervás que, en sí, poco me gusta de un futbolista. No soy un crédulo, está claro que los futbolistas son profesionales que viven de ganar dinero en su corta carrera profesional. Sí echo de menos una figura que sepa encauzar las carreras de estos jóvenes valores. Javi Hervás, tan pronto, destacó en el conjunto de la ciudad califal no dudó en firmar por un equipo (sea el Sevilla (destino final), sea el Málaga o Real Madrid, otras ofertas que sonaron en su momento-) sin calibrar que necesitaba más tiempo en el equipo blanquiverde para llegar más consolidado y con nombre a primera división. Llegó al Sevilla donde, al final, jugó dos partidos (uno de Liga, otro de Copa), uniéndose a la inmensa lista de jugadores que debieron esperar a otro tren que les llegaría igualmente si lo hacían bien. En sí, a grandes rasgos, le ha pasado como a nuestro Kiko Femenía: salió demasiado pronto del equipo donde había triunfado. Es entendible, porque el nombre de un club de campanillas hace creer en sueños que luego se rompen. La lista es interminable de jugadores que dieron el salto demasiado pronto y lo están pagando con una carrera por debajo del equipo inicial de origen.
 
Otro tema que me deja con un mal sabor de boca es esa reclamación de más minutos o la salida en invierno. Es normal que los jugadores quieran jugar más pero ese órdago a un entrenador suele acabar mal si esa energía no se muestra en los entrenamientos y en los partidos. Porque lo normal, salvo circunstancias extradeportivas (sanciones múltiples) es que el entrenador acabe por darle por perdido y en un ostracismo merecido. Al final, un chaval joven de 24 años perdiéndose por no tener la debida paciencia y el saber que el puesto se gana sobre el terreno de juego pero se puede perder, en segundos, por unas palabras desafortunadas. 

Apunte Independientemente del hecho de llevarse adelante o no, la decisión del columbario es llamativa pero no novedosa, pues son varios los clubes que ya disponen de ese espacio memorial. Llamativa por la facilidad de crear chistes de esta historia.