miércoles, noviembre 20, 2013

Recaída blanquiazul

   Los cuatros goles en el Nuevo Arcángel han provocado el regreso de fantasmas que parecía que habían desaparecido tras el espectacular gol de Sissoko que todos deseaban-más que creían- que hubiera sido el del punto de inflexión. No fue así. La derrota es dolorosa, sobre todo,por la mala impresión que dio el once blanquiazul sobre el mojado césped del feudo cordobesista. Resulta irónico que el mejor jugador de la zaga fuese el que no es defensa: Escassi. Peña, Juama Ortiz y Pamarot se vieron superados una y otra vez ante un equipo con moral alta y confianza. Uli Dávila tuvo su día- eso también habría que tenerse en cuenta- pero es que sus compañeros pudieron haber logrado un resultado más escandaloso. Tan sobrados iban que Fran Cruz marcó el gol en propia puerta. Cierto que el Hércules tuvo el 3-3 en un par de lances desaprovechados por Quique De Lucas (que ha perdido ya ese “toque” de sus primeros partidos) y Sugi, el japonés que ha dejado bien claro que Quique Hernández ya no confía en Héctor Font. De Javi Hervás, tras sus desacertadas palabras de la semana pasada, poco que decir.Ya se pueden imaginar qué circunstancias se deberán dar para que el técnico de Anna los ponga sobre el terreno de juego en próximos partidos pero ayer, con los dos en el banquillo, escogió a un tercero que nadie esperaba que saliera a jugar. Recaída en el crédito del entrenador, que estará en el banquillo ante el Centre d’Esports Sabadell porque el cerebro de los dueños y presidente del club está pendiente de la Junta General de Accionistas del próximo miércoles.

   Pero más grave es la recaída en el ánimo de la afición, creándose una pequeña división entre los que siguen teniendo fe en el técnico contra otros que ya se están pidiendo la cabeza. La evolución del partido nos dirá qué pasará en las gradas. El fantasma de 1997 está ahí. Esa grada gritando el fin de la etapa de Quique Hernández en aquella tarde de sábado y victoria en el marcador. El 4-0 del descanso ante el Lleida cambió a un 4-3 en la segunda parte y los gritos arreciaban. Una semana después, era cesado tras perder 2-0 en “O Couto”. La permanencia del año pasado le permitió un crédito que la planificación deportiva ha terminado de resquebrajar y eso se percibe en los resultados.

   Personalmente, no sabría dar mi opinión sobre el entrenador. Una parte de mí quisiera creer en Quique Hernández, otra ya ha renunciado por la gestión que está realizando de la situación deportiva. Igual pasa con la imagen institucional:  algún sueño con la solución del problema económico y societario actual del club,  pero la realidad es cruel y el tic-tac del cronómetro de cuenta atrás ya está instalado en Foguerer Romeu Zarandieta. La única duda es ver cuánto tiempo nos permitirá ver este juguete roto por quien no ha querido, en absoluto, mimarlo e intentar ponerse a la altura, por ejemplo, de Fernando Roig. La afición está deseando un milagro pero está desilusionada, devastada. No está narcotizada, sencillamente ya no cree en milagros ni en nada, sólo el deseo de ver ganar a los once de blanquiazul y volver a casa. 

Apunte. Mala imagen que se dio ayer en el encuentro de España en Sudáfrica ante la selección anfitriona. Con los seis cambios hechos, la selección española forzó una séptima sustitución tras la lesión de Valdés y la entrada de Reina en el terreno de juego. Ser campeón del mundo y de Europa tiene obligaciones y una de ellas es ser un modelo de actuación sobre el terreno de juego y fuera de él.