sábado, septiembre 24, 2011

El bueno, el feo y el malo

Normalmente, cabe suponer que la actividad jurídica normal de un club, por la propia naturaleza de las distintas relaciones comerciales, laborales, mercantiles…etc que se desarrollan en su seno, es intensa y numerosa. Pero hete aquí, que como el Hércules es club atípico en todos sus sentidos, parece insistir en contar con una sección de sucesos propia, que sacude bastante a menudo los cimientos de la entidad.

En el transcurso de esta semana se ha dado conocer dos sentencias, que afectan de un modo u otro a personas que están, o han estado vinculadas con la entidad hasta fecha muy reciente. Me refiero a la sentencia dictada en contra del exdirectivo Juan José Huerga, que si bien fue dictada una vez ya no pertenecía al club, los hechos que han dado lugar a la misma, sí sucedieron en pleno triunvirato; y la dictada contra Abel Aguilar por un delito de conducción bajo la influencia de bebidas alcohólicas.

Centrándome en este segundo caso, tres personajes han salido a la palestra para ilustrar esta historia en los tabloides alicantinos, que hasta mediados de esta semana, que se dieron a conocer estos hechos, languidecían de monotonía informativa. Estos son, sin duda, Sergio Fernández, Mandiá y Abel Aguilar.

El bueno
Si hubiera un diccionario herculano de sinónimos, Sergio Fernández sería el sinónimo por excelencia de bondad. Bendecido por la afición durante su etapa de jugador, ha sido finalmente santificado después de lograr mantener la calma, tras el sobresalto que supuso la dimisión en bloque del Comité Ejecutivo. En esta historia, encarnaría la postura del club que, con mucho criterio, ha decidido abrir expediente sancionador al jugador colombiano, sobre todo, para evitar un nuevo caso Drenthe, dentro de la plantilla, con todo, le ha quitado hierro al asunto, y ha asegurado que una victoria en Sabadell ayudaría a echar años calientes sobre el incidente..

El feo

Le toca a Mandiá. Al igual que el leonés, ha tirado por la vía conciliadora, aunque teniendo en cuenta la vena paternalista que está mostrando últimamente (con declaraciones del tipo “Tote es mi niño”), no sé si acabará convirtiéndose en un padre consentidor, que cuando quiera rectificar a “sus niños”, éstos van a acabar por hacer caso omiso de sus indicaciones. Fea situación la suya, que le obliga a mantener la disciplina del grupo, mostrándose al tiempo condescendiente, no vaya a ser que los “niños” se le vuelvan respondones; pero con la obligación de mantener la autoridad dentro del vestuario.

El malo
El papel de malo en esta historia, como no podía ser de otro modo, tiene que recaer en Abel Aguilar. No sólo por la imprudencia que supone en sí misma, coger los mandos del un vehículo, cuando se han tomado bebidas alcohólicas; sino porque su condición de deportista de élite le obliga, al menos, moralmente, a cuidar su cuerpo, y a no someterlo a excesos, ni situaciones que puedan suponer un riesgo (como un accidente que le suponga una lesión), ni un deterioro, al menos durante el tiempo que están en activo.

Se podría hablar mucho de este tema; si lo jugadores tienen derecho a salir y a divertirse. Por supuesto que sí, a salir y a divertirse sí; a excederse y a poner en riesgo su salud, y su rendimiento, mientras estén en activo, bajo mi punto de vista, no.

Pero volvemos a que este club, no es un club al uso, y como esto es el Hércules, y aquí las obviedades no existen, nos podemos encontrar un día, con que el malo, no es tan malo, porque está muy arrepentido, y lo siente mucho, y de repente, se convierte en el feo, por obra y gracia de la compensación vital entre obras buenas y malas. El feo, pasaría a ser bueno, por hacer borrón y cuenta nueva de la falta cometida por uno de sus niños gamberros; y al bueno, que era bueno, le tocaría hacer de malo, por tener que sancionar, a una oveja descarriada que ha declarado su intención de volver al redil.

Yo lo que sí que espero, es que todo esto sirva de aviso a navegantes, y que la responsabilidad de los jugadores se imponga. Macho Hércules