domingo, noviembre 01, 2009

Manita para impacientes

Hoy debería ser un día muy feliz por el gran encuentro disputado pero mi mente se dedicó, al final del encuentro, a pensar qué dirían ciertos dos periodistas que se pasaron tanto en la crónica del "match" contra el Nàstic como en las gracietas de las cuñas buscando delanteros. Es triste ver que, donde debía haber compresión por la situación del equipo-sin delanteros contra el Real Murcia o con Danciu en Tarragona-, sólo hubo puyazos más debidos a la mala fe que a otra cosa; en muy último lugar queda aquello de querer "ayudar al equipo". Lo comentaba el martes pasado cuando decía que el partido del Almería sería clave para el trato informativo contra la Real Sociedad.El hecho de ganar sirvió para aplacar críticas pero aún faltaba el gran examen. Posiblemente, mañana encontraremos crónicas endulzadas por el gran juego mostrado cuando ya hemos contado con otras dos plazas ofensivas como Cristian y Delibasic. Esa falta de paciencia incomprensible ante los medios ha sido respondida de forma contundente con las victorias ante un Primera, el UD Almería, y un pretendiente al ascenso, la Real Sociedad, un club que lo pasa mal cada vez que juega en Alicante contra el Hércules.

El equipo comenzó muy predispuesto desde el principio buscando los tres puntos. Protagonista de la primera parte fue un Rufete que estuvo muy activo de principio hasta el fin ante un conjunto donostiarra que intentaba que no se llegara tan fácilmente hasta la meta de Bravo. Varias ocasiones sin mucho peligro, muchas de ellas provocadas por saques de esquina. A los 25 minutos llegó el primer gol: pase de Rufete y remate colocadísimo de cabeza de Tiago Gomez. Era el justo precio al juego desplegado entre unos y otros. Los donostiarras intentaron buscar el empate pero la defensa mostró sus virtudes y evitó que se creara peligro. Del resto de la primera parte, por su relevancia, se destaca la tarjeta amarilla a Tiago Gomez, la quinta y que le obliga a cumplir ciclo- en una falta en la que la amonestación pudo ser excesiva. El colegiado, famoso por su fallo en el acta del Cartagena-Castellón donde se inventó la mayoría de datos, empezó a dar su festival particular.

La segunda parte fue sublime. Sin un despiste como el del día ante el Real Murcia, el equipo de Esteban fue poco a poco a por el segundo gol. En una triangulación perfecta,Tote tuvo el 2-0 pero que aprovechó la siguiente ocasión para marcar el 2-0 que ya daba cierta sensacion de partido finiquitado...pero no. Con el gol se produjo el regreso de Cristian a la competición liguera sustituyendo al madrileño. Prácticamente, en su primera jugada de peligro, Cristian marca a Bravo tras una brillante pared en el interior del área y rematar a la red. La posesión del balón era donostiarra pero el peligro era más herculano que otra cosa. La Real Sociedad ya tuvo su ocasión de recortar distancias por un chut desde la frontal que Calatayud paró de forma muy estética. El 3-1 creó un poco de miedo ante la posibilidad de que se crecieran y se acercaran en el marcador pero la respuesta herculana no tardó en mostrarse: tras tener previamente el 4-1 a tiro, se materializó en un jugada por banda derecha, centro que remata acrobáticamente Sendoa, el balón llega a Delibasic que lograba el póker.Sólo había pasado dos minutos. Sendoa marcó el quinto gol en un contraataque...incluso, Rufete pudo haber marcado el sexto cuando había superado al portero pero se fue quedando sin ángulo y no pudo tocar el balón. Cuando el Hércules pudo contar con los delanteros pudo mostrar más eficacia.


Apunte Dentro de una semana será el gran duelo entre el Real Murcia y el Cartagena.Llega en mal momento para el entrenador del equipo grana que puede tener las horas contadas pues, supongo, el presidente querrá que un nuevo técnico que revolucione el ánimo bajo del conjunto: no sólo la remontada, también ese penalty fallado de Bruno y que, para los herculanos, nos retrotrae al recuerdo de aquel penalty errado de Alfaro y que supuso, tras la derrota en Orense(2-0 97/98), el cese de Quique Hernández.