martes, octubre 30, 2007

Entrenadores

A la habitual noticia de entrenadores cesados a estas alturas de la temporada(¡¡aún no ha llegado noviembre!!) se unen dos capítulos a tener en cuenta por su proyección mediática, por haber sido técnicos en dos equipos de primera fila y porque en ellos se observa dos aspectos diferentes. En el caso de Quique Sánchez Flores, su trayectoria en Valencia es similar a la de los anteriores entrenadores que han triunfado con el equipo ché (Cúper, Ranieri, Rafa Benítez): incluso ganando han sido abucheados por cierto sector de la afición. Es cierto que no era un juego preciosista pero se ganaba; eso sí, cuando el listón se bajaba en alguna que otra ocasión, ahí estaba esa especie de “tendido siete” que criticaba todo lo posible. El equipo con Quique se había clasificado por segunda vez consecutiva para la Champions pero, al igual que otros entrenadores, la presión ha sido demasiado fuerte; otros como Rafa Benítez “guardó” ciertas actitudes de directiva y afición y dejar el club en el mejor momento para él; por otra parte, estaba el caso de Juande Ramos. Entendiendo sus razones económicas para ir a la Premier, las críticas van más encaminadas a no comprender cómo se puede apostar por un retroceso en el aspecto deportivo: con el Sevilla todo apuntaba a que podría ir de menos a más una vez que el inicio no había sido bueno; sin embargo, el Tottenham Hotspur es un equipo que, jugando la UEFA, su atención está orientada a salir del pozo en el que está metido en la Premier y del que parece que será difícil salir. Son capítulos anómalos pues lo normal es la destitución cuando el equipo va mal-por ejemplo, el caso del Levante- y es la única opción que la directiva acaba realizando.

Hay un aspecto que es curioso en este tema de los entrenadores: la palabra proyecto. Es un término quizás más habitual en su cumplimiento en otros países pero no aquí. Los diez años de Wenger en el Arsenal o los veinte de Fergusson es algo inviable en el fútbol español. La paciencia es algo por el que se no se destaca este país, donde llegar a los ocho años es un milagro(Cruyff), una gesta(Irureta en el Deportivo) y ya cuesta alcanzar un ciclo de tres años. Lo normal en buena parte de los equipos es el cese del entrenador de turno. Es más, algunos equipos han invertido esos records y dirigirlos a la búsqueda de un record de ceses en una temporada: tres o cuatro entrenadores en el caso del Tenerife de hace dos años o el Córdoba, hace tres temporadas. La paciencia no es una virtud en los diferentes actores de este deporte. Es normal hablar de hacer un proyecto a dos/tres años que se habla desde la directiva o desde el público pero que, a poco que las cosas vayan mal, se disipa: el público muestra su enfado con pañuelos y el directivo acaba cesando al técnico para mostrar su “cabeza” al personal. Al igual que un circo romano, el dedo pulgar hacia abajo de la afición acaba dictaminando el futuro del entrenador ya que el directivo accede a los deseos de la gente para evitar que las miradas se dirijan a él. Así es difícil conseguir que los proyectos triunfen y se acaban basando más en hechos casuales que en un trabajo elaborado. Ojalá, en el caso de Goikoetxea, se acierte con la idea de que el entrenador vasco inicie un buen ciclo. Por el momento, Arsenio Iglesias(4 temporadas completas) aguarda al entrenador herculano que, al menos, le iguale.


Apunte Da igual si el equipo va bien o va mal, los problemas con el personal, sea futbolistas, sea personal fijo discontinuo sigue siendo la misma. En 2ªB era comprensible, dentro de lo posible, el retraso en el pago; en 2ªA y con proyectos costosos de remodelación del estadio no se puede permitir impagos tan poco relevantes económicamente. Poco vale un gran proyecto si otros detalles más “humanos” se dejan de lado.